Deglución en niños: lactancia materna vs biberón

Al nacer, los niños traen consigo esquemas que funcionan de manera integrada para asegurar su alimentación, y que actúan de la siguiente manera:

Ante el estímulo térmico-táctil generado por el pezón de la mamá sobre los labios del bebé, se desencadena un mecanismo reflejo de:

  • Presión labial, que lo generan los músculos orbicular de los labios (son los labios, en posición de “hacer trompita” o “tirar un beso”).
  • La lengua que en los bebés está adelantada, se acanala longitudinalmente, para recibir al pezón de la mamá.
  • Desciende y se adelanta la mandíbula
  • Inmediatamente, se retrae la mandíbula hacia atrás

El acanalamiento longitudinal de la lengua se convierte en transversal, que sumado a la compresión firme de los labios, desencadena en la boca un estado de presión negativa, generando de esta manera la extracción de la leche a demanda. Es el movimiento de ordeñe que mencionábamos en la entrada anterior

Así es como los niños generan la actividad de los músculos de los labios, y la lengua se encuentra adelantada y descendida apoyada sobre las “encías”, haciendo de estímulo para los futuros “dientes”.

Además se produce la activación propulsiva de los maxilares (la mandíbula es el maxilar inferior, y el hueso que alberga el “techo” de la boca es el maxilar superior), esta activación generada por el descenso, adelantamiento y retracción de la mandíbula, generará el crecimiento de los maxilares.

Desarrollo de la deglución en niños

En esta primera etapa, tiene preponderancia toda la zona anterior de la boca. Luego al producirse la aparición de los dientes y los contactos entre las muelas, se modifica el patrón deglutorio y pasa a ser relevante la zona posterior.

Este dato es importante y lo vamos a retomar cuando establezcamos la relación con el desarrollo del habla.

¿Qué pasa en un niño que se alimenta desde sus inicios con mamadera o biberón?

Los mecanismos deglutorios con este tipo de alimentación son diferentes a los realizados por los niños con alimentación natural. Y esto es lo que sucede:

El contacto labial con la tetina del biberón es diferente al que se produce con el pezón materno. El niño al chupar la tetina, lo hace sobre un plano redondeado, inmovilizando los músculos de los labios (orbicular) y haciendo que éstos nos alcancen la fuerza y el tono necesarios para su desarrollo.

La presión labial es ejercida sobre una sustancia que no tiene la consistencia ni la adaptabilidad del pezón, y a veces el tamaño usado es incorrecto, haciendo que el niño “luche” o modifique una succión funcional, que fue adquirida genéticamente.

Y esto suele empeorarse aún más, cuando las mamás agrandan el orificio de la tetina, o hacen varios agujeros, ya que esto motiva a que el niño, para “defenderse”, utilice más los músculos de la lengua y menos los de los labios, que se mantienen inactivos.

Los músculos maseteros (que están en las mejillas, y que son importantísimos para la masticación) no se activan, y sí se activa el músculo del mentón, que debería estar pasivo.

En la lengua, no se produce el plegamiento longitudinal como sucede en la alimentación natural, no se produce la propulsión de los maxilares, ni la activación de los “motores” musculares, ya que el alimento no es obtenido a demanda, sino que fluye por gravedad, haciéndolo de manera continua.

Esta situación, para la que el niño no viene preparado, lo obliga a modificar sus conductas deglutorias heredadas para no ahogarse. Él mismo ubica la lengua transversalmente, como si fuera un “dique de contención”, ya que el alimento fluye por gravedad.

La desaparición de los movimientos propulsivos de los maxilares y de su actividad muscular, ocasionan la posibilidad de un crecimiento máxilofacial disarmónico, y de un déficit del crecimiento del tejido muscular implicado funcionalmente.

La falta de crecimiento vertical de los maxilares ocasiona una retracción de la mandíbula, con mayores posibilidades de adquirir una deglución alterada y una producción incorrecta de varios sonidos del habla.

La disminución de crecimiento horizontal de los maxilares, en especial el superior, desencadena un pobre ensanchamiento del “techo de la boca” y generando un paladar muy alto y estrecho, lo que dificulta la posición de la lengua tanto para la función deglutoria como para el habla. De esta manera, se genera poco espacio para la aparición de las piezas dentarias, ocasionando mordidas alteradas.

Con la alimentación artificial, el sector muscular activado no es el anterior, que sería lo esperable, generando alteraciones en la posición de la lengua. Ésta, no se encontrará adelantada, como ocurre con la lactancia materna, sino más retraída, no estimulando los mamelones gingivales (las encías), pudiendo provocar trastornos en la erupción dentaria, en su ubicación y en los tipos de mordida.

De todo esto se desprende, que los niños con alimentación con mamadera o biberón, tienen más posibilidades de presentar alteraciones neuromusculares, generando modificaciones morfogenéticas (en la forma de sus estructuras).

Es decir, que las alteraciones en la función deglutoria, estarían generando alteraciones en la forma de las estructuras de la boca y cara.

Por supuesto que todo depende de la predisposición de cada organismo, del tiempo de instalación de la alimentación por mamadera, de la intensidad con que se producen las alteraciones, etc.

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